A exposición Curitiba, Tiempo y Memoria es un paseo por la historia de la ciudad, de la prehistoria a los días actuales.

La ruta se inicia con los descubrimientos paleontológicos de 2014, hechas en la Ciudad Industrial, que revelaron una fauna compuesta de grandes animales que habitaron la región de Curitiba hace aproximadamente 40 millones de años. En esa descubierta, el gran destaque fueron los vestigios de un ave carnívora no voladora, con casi dos metros de altura. La línea del tiempo de los primeros Paleoindios, aquí llegados alrededor de quince mil años, integra los principios de la historia de Curitiba.

En secuencia, relatos de los primeros europeos desembarcados en la bahía de Paranaguá nos dan una idea de cómo fueron los primeros contactos de los colonizadores con los indígenas locales.

El descubrimiento de oro en Paranaguá, en la primera mitad del siglo XVII, abrió caminos para la ocupación de la región de Curitiba por mineros provenientes, sobre todo, de São Paulo.

El ciclo de la minería, a pesar de corto y poco rentable, originó la formación de la Vila de Nossa Senhora da Luz dos Pinhais de Curitiba, oficialmente reconocida el 29 de marzo de 1693 con la creación de la justicia y la elección de las primeras autoridades.

Poco a poco, la actividad minera cedió lugar a las haciendas de creación y de invernada de ganado, en esa época comercializado en São Paulo. Era la época de arriero.

Sin embargo, fue la erva-mate, conocida como oro-verde, la gran fuente generadora de divisas para Curitiba, a partir del siglo XIX.

La condición de capital de la Provincia de Paraná, creada en 1853, trajo progreso para la ciudad, y la inauguración de la carretera de fierro Curitiba/ Paranaguá, en 1885, marcó la entrada de la capital a la modernidad.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la capital vio triplicar su número de habitantes. A los luso-brasileños, africanos y a los de ascendencia africana presentes desde el origen del poblado, se sumaron los inmigrantes europeos, llegados en grandes grupos provenientes, sobre todo, de Alemania, Polonia, Italia y Ucrania, lo que dinamizó la economía, alteró la configuración urbana y trajo nuevos hábitos para la pequeña ciudad.

La tímida Curitiba floreció en la Belle Époque, con vistosas casas de dos pisos y palacetes en estilos eclético y art-nouveau. Como alcalde, el ingeniero Cândido de Abreu embelleció parques y plazas dando aires parisienses a la ciudad. Los curitibanos hacían fila para andar en los veloces tranvías eléctricos, los transeúntes se asustaban con las bocinas de los primeros automóviles y el majestoso edificio de la Universidad de Paraná simbolizaba la importancia dada a la educación y a la cultura en esa nueva sociedad.

En medio a tanta efervescencia, fue necesario repensar el orden urbano. En la década de 1920, tuvo inicio la abertura de avenidas anchas en dirección a la región sur, área del actual barrio Rebouças, que se quedó conocida como Ciudad Nova.

Durante los años de 1940, el plan de urbanización del arquitecto francés, Alfred Agache, previó la división de la ciudad en áreas con finalidades específicas. Las acciones allí planeadas fueron llevadas a cabo en la década siguiente.

A partir de la década de 1950, la verticalización de Curitiba ganó aliento, abriendo espacio para la arquitectura moderna tomar las calles. Las obras del Centenario de la Emancipación Política de Paraná llegaron a la ciudad el Centro Cívico y la Biblioteca Pública de Paraná. La Terminal Guadalupe y el Mercado Municipal vinieron en secuencia. El Teatro Guaíra, cuyas obras fueron iniciadas en 1952, fue totalmente concluido e inaugurado solamente en diciembre de 1974.

El crecimiento de la capital volvió inmediato un nuevo orden urbano, de esta vez según los moldes del Plan Director de Curitiba, transformado en ley en 1966.

Las indicaciones del moderno urbanismo, adoptadas en ese Plan, serían introducidas en la década de 1970 con acciones que convirtieron a Curitiba referencia en planeación urbana. Son de esa época una nueva propuesta de sistema de transporte, utilizando fajas estructurales con canales para autobuses Expreso, la calzada de la Rua XV de Novembro, exclusivo para pedestres, y la creación del Sector Histórico.

CURITIBA DEL SIGLO XXI

Las innovaciones urbanas de los años 1970 y la preocupación con la humanización de la ciudad tuvieron proseguimiento, en las décadas siguientes, con las estaciones tubo, la inauguración de nuevos parques y un sistema de asistencia social y de salud que le dieron a Curitiba reconocimiento nacional e internacional.

Hoy, con casi dos millones de habitantes, la ciudad se vuelve hacia el futuro, alineándose a las corrientes innovadoras resultantes de la tecnología; aunque, su caminar sigue pautado por el reconocimiento de sus orígenes y por la valorización de la memoria y de la historia de su gente.